Hace años en lugares muy lejanos, en diferentes tierras dónde fui criada, creo que fue dónde empezó a nacer parte de mi curiosidad por cómo funciona nuestra mente. Los cambios de países de residencia durante parte del final de mi infancia y mi adolescencia, me hacía empezar a observar y preguntarme cómo podíamos, a veces, pensar, actuar y sentir de forma tan distinta y a la vez en muchos aspectos tan parecidos. Inclusive cuando hablabas el mismo idioma. A veces pensaba que era lógico si hablabas otro idioma encontrar esas diferencias, pero hablando el mismo era curioso encontrar una gran variabilidad de formas de sentir, pensar y actuar y a la vez encontrar formas parecidas. Recuerdo que, al observar a los demás, también exploraba mi interior. Me di cuenta de que cada vez que cambiaba de ciudad, país, colegio o grupo de amigos, experimentaba nuevas emociones, sensaciones y formas de pensar. Me preguntaba si otras personas vivían cambios similares y por qué sucedían.Durante mi adolescencia esas observaciones me generaban preguntas, a la vez estas generaban reflexiones sobre a qué me gustaría dedicarme cuando “fuera mayor”.
Empecé a darme cuenta de que cuando decidiera a que iba a dedicarme en mi vida de adulto iba a ser algo relacionado con cuidar, ayudar o sanar a otras personas o a la naturaleza. Si incluyo la naturaleza, porque es algo que desde pequeña y hasta hoy me sigue gustando y apasionando. Tenía mucha curiosidad sobre todas estas cuestiones y finalmente cuando llegó la hora de decidir a qué dedicaría un trozo del camino de mi vida se convirtió en un gran dilema. Elegir la carrera supuso darle muchas vueltas a la cabeza, hasta que el último año de Instituto, gracias a una clase optativa de Psicología, descubrí que esta iba a ser el área donde iba a querer desarrollarme profesional y personalmente.
Desde que terminé la carrera hasta hoy, me he ido formando y he aprendido a través de la experiencia diferentes corrientes terapéuticas (cognitivo-conductual, psicodinámica, sensoriomotriz, EMDR, mindfulness) y en intervención psicológica con niños, adolescentes y adultos. Tengo experiencia en la intervención terapéutica para una variedad de conflictos emocionales relacionados con el estrés, la ansiedad, la depresión, la hipocondría, el dolor crónico y el trauma. También manejo problemas de conducta en niños y adolescentes, trastorno por déficit de atención con o sin hiperactividad, trastornos de la conducta alimentaria, dificultades de relación social en niños y adolescentes, conflictos interpersonales en adultos, y desafíos de adaptación a nuevos países.
Dedicarme al trabajo terapéutico en las diferentes edades del ciclo vital, me ayuda a comprender mejor la mente humana, un trabajo que me hace disfrutar.
Considero que lo más importante en mi trabajo como terapeuta es poder cuidar el vínculo con cada una de las personas con las que trabajo, además de poder integrar las herramientas que tengo para utilizarlas en función del bienestar, las necesidades y el desarrollo del autoconocimiento de la persona que decide iniciar un camino terapéutico conmigo.
Estoy aquí para ti, para acompañarte y guiarte hacia tu bienestar emocional.
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