¿Te has parado a pensar cómo te relacionas con lxs demás? ¿Eres de lxs que rescatan a todo el mundo, de lxs que siempre terminan sintiéndose víctimas o de lxs que reparten culpas como si fueran caramelos?
Si has contestado que sí, sigue leyendo… Vamos a hablar de un concepto clave en psicología: el triángulo dramático de Karpman.
Caperucita y el triángulo dramático
Para entender este triángulo, vamos a echar un vistazo a un cuento clásico: Caperucita Roja. La historia tiene tres personajes bien definidos:
- La víctima (Caperucita y la abuela): indefensas, asustadas y necesitando ayuda.
- El perseguidor (el Lobo): el malo malísimo que amenaza a la víctima.
- El salvador (el Leñador): el héroe que aparece en el último momento para arreglarlo todo.
Ahora bien, si te fijas, cada unx de ellxs se escaquea de responsabilizarse de su propia vida. Vamos a verlo con detalle.
Los tres roles del drama (y por qué deberías evitarlos)
1. El Salvador: «Tranquilx, yo lo arreglo todo»
El Salvador es esa persona que vive para ayudar (aunque nadie se lo haya pedido). Se carga a la espalda los problemas de todo el mundo porque así evita mirarse al espejo y lidiar con los suyos. Siempre encuentra una víctima a la que rescatar y, si por casualidad se cruza con otro salvador más eficaz que él, se siente amenazado.
¿Te suena? Si sientes que todo el mundo depende de ti y que sin ti se hundirían, quizá es momento de preguntarte si estás usando la «ayuda» como excusa para no hacerte cargo de lo tuyo.
2. La Víctima: «Pobre de mí, nadie me entiende»
La Víctima se siente injustamente tratada por la vida. Puede ir de dos formas:
- Modo «todo el mundo es malo conmigo» → indignación constante.
- Modo «no valgo para nada» → culpa y dependencia total de lxs demás.
Lo común en ambos casos es que delegan en lxs demás la responsabilidad de su bienestar.
«Si me pasa esto, es culpa de otrxs», «Si estoy mal, alguien tendrá que arreglármelo».
Si te sientes identificadx, ojo: es normal necesitar ayuda, pero también es necesario aprender a gestionar lo tuyo sin esperar que el mundo te lo solucione.
3. El Perseguidor: «Todo es culpa de lxs demás»
El Perseguidor (o Verdugo) es expertx en señalar con el dedo.
«Si me enfado, es porque tú me has provocado», «Si todo me va mal, es porque el sistema está podrido», «Si en el trabajo me odian, es porque son unxs incompetentes».
Nunca asume su parte de responsabilidad y usa el ataque como mecanismo de defensa. Y claro, la rabia acumulada no lleva a nada bueno.
Si te reconoces aquí, quizá sea hora de hacerte la pregunta clave: Vale, pero ¿qué puedo hacer yo para cambiar esto?
¿Cómo salirse del triángulo dramático?
La clave está en dejar de manipular (consciente o inconscientemente) y asumir la propia responsabilidad. Algunas ideas:
- Si eres Salvador, deja de intentar salvar a todo el mundo y permítete preguntar antes de ayudar: «¿Necesitas algo de mí o solo quieres desahogarte?».
- Si eres Víctima, en vez de pensar «¿Por qué me pasa esto?», prueba con «¿Qué puedo hacer al respecto?».
- Si eres Perseguidor, antes de reaccionar con ira, pregúntate «¿Cómo podría manejar esto sin atacar?».
Y sobre todo, recuerda: no siempre estamos en un rol fijo, pero si hay un patrón recurrente en nuestras relaciones, vale la pena analizarlo.
Si este tema te resuena y quieres trabajarlo con más profundidad, en el centro de psicología Dulae ofrecemos terapia presencial en Madrid para ayudarte a entender y mejorar tus vínculos, y terapia online desde donde tú quieras.
Porque salir del triángulo dramático es posible y merece la pena.
¿Recalculamos ruta?